¿Cómo gestionar asertivamente nuestras emociones?

La construcción de valores implica una profunda reflexión e introspección para comprender las emociones que sentimos en distintas situaciones.

En la medida en que maduramos, conformamos paulatinamente un criterio propio de conciencia para saber cuales emociones o actuaciones nos ayudan a crecer como personas y a construir nuestro propio sistema de valores. Esta parte de nosotros, nos permite aprobar o desaprobar un acto o situación, según el beneficio o las consecuencias que represente para nosotros mismos o para los demás.

Cuando no gestionamos adecuadamente las emociones, estas dejan huellas en el corazón y sus consecuencias impiden conformar principios de vida saludable para convivir en armonía. Es por eso que los valores que se inculquen, tanto en la familia como en los centros educativos, juegan un papel fundamental, debido a que son los pilares sobre los cuales se edifica la conducta y la actitud que cada uno tendrá frente a la vida, porque estos valores se convierten en una brújula que guía nuestro caminar.

Emociones dañinas que cotidianamente llamamos antivalores, como la violencia, falta de respeto y de compromiso, intolerancia, discriminación, poca voluntad para servir y expresar amor o empatía a los demás, pueden ser dominantes en personas que no reconocen ni construyen formas positivas de relacionarse consigo mismo y con los demás. Ante esto, la mejor manera de sembrar semillas de valores en nuestras vidas, es despertar nuestra conciencia de unidad y comprender que aquello que hagamos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos.

Unámonos en el deseo de comenzar a transformar desde nuestro propio interior, todas aquellas emociones o conductas que impiden el flujo del bienestar, la paz y la armonía entre todos.

Te invitamos a explorar este Kit de cartas como una herramienta de motivación a padres y educadores para inspirar a niños y niñas a hacer elecciones sanas, discerniendo entre aquello que les hace bien a sí mismos, a los demás o a su entorno y aquello que por el contrario genera caos, dolor, separación, temor, e indiferencia. Así podremos contribuir a reconocer el valor de vivir una vida con valores y las consecuencias que puede traer a nuestra experiencia de vida actuar sin pensar, ni medir nuestros actos, pues aquello que se siembra se cosechará.

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